“A Moisés y a los profetas tienen, óiganlos a ellos.”

09.02.2013 18:11

“A Moisés y a los profetas tienen, óiganlos a ellos.”

El entonces dijo: No padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Más Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.  [SAN LUCAS. 16:29-31]

        El diálogo de las personas a que alude nuestro Señor Jesucristo, evidentemente tratan sobre la vida temporal del hombre y sus consecuencias. Por lo que empezare diciendo que:

        La vida es una jurisdicción temporal, es “neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” [Santiago, 4: 14] donde predominan y entran en juego los deseos, las representaciones de todo aquello que el ojo ve y el oído escucha, la capacidad de actuar según esos objetos que se nos representan, agasajar la carne con vino, engrandecer las obras, edificar casas, plantar viñas, hacer huertos y jardines, plantar árboles de todo fruto, hacer estanques de aguas para regar los bosques, comprar siervos y siervas, poseer, amontonarse tesoros oro, provincias, engrandecerse [Ecl. 2:2-8] como el “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacia cada día banquete con esplendidez.” [SAN. LUCAS. 16:19]

        Sin embargo, la vida también nos representa contradicción, sometimiento, exposición a circunstancias ajenas muchas veces a nuestra voluntad. El sufrimiento provocado por el desgarramiento y la pérdida, la tristeza, padecimientos, fracasos sufridos en la enfermedad y la inminencia de la muerte,  pobreza, precariedad, desigualdad, donde incluso muchos carecen de sepultura como el “Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,  y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aún los perros venían y le lamían la mano.”[SAN LUCAS.16:20] De hecho, en la vida, provincias enteras, multitudes hay como Lázaro, multitudes como ovejas sin pastor.

        Ahora bien, la vida no consiste en la polarización entre ricos y pobres. La vida es mucho más que ricos y pobres. La vida es una jurisdicción temporal donde, entre otras cosas, hay ricos y pobres, donde “sobre el alto vigila otro más alto” [ECL. 5:8]

        Esa jurisdicción temporal es un entramado complejo donde se van sumando vivencias muchas veces repetitivas, año tras año, donde el hombre, sea como sea, posea o no posea, no se ve, no está, aunque exista, no es visto, la precariedad, la enfermedad, la muerte se encargan de borrarlo.

        ¿Qué hacer en la vida?, ¿Por donde empezar a vivir? ¿A quién preguntar sobre la vida? ¿A quien se debe escuchar? Precisamente aquí es donde se actualizan las palabras de Abraham: “A Moisés y a los profetas tienen, óiganlos a ellos.”

        Es más sabio el profeta Moisés cuando dice: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.” [SALMO. 90:12] Es en la vida cuando se debe escuchar y actuar, “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” [ECL.9:10] “Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos” tan es así que el proverbio dice: “mejor es perro vivo que león muerto.” [ECL.9:4] 

     No obstante, la incertidumbre de la vida confunde, impide muchas veces la toma de decisiones fundamentales. Dice el proverbio: “El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. Como tu no sabes cual es el camino del viento, o como crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.” [ECL.11: 4,5]

        Lo cierto es que en la vida hay una comunidad de hombres y mujeres, que sí saben la obra de Dios, saben como vivir la vida, saben por donde empezar, saben a quien se debe escuchar. ¿Cómo se que pertenezco a esa comunidad? Lo que más satisface en la vida es la paz, la paz de la obra de Dios, que es Cristo, “dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.” [EFESIOS 1:9-10] por eso es necesario confirmar que la paz de Dios mora en nuestra vida. Lo anterior, dado que Nuestro Señor Jesucristo puntualizó: “La paz os dejo, mi paz os doy […] no se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.” [SAN JUAN 14:27] Oír a Moisés, a los profetas, a los apóstoles a Jesucristo mismo, implica perdonar, lo cual es el principio de la parcial perfección. Lo que se haga en la vida, debe hacerse sobre un fundamento, el fundamento es el perdón, y la piedra angular del perdón es Jesucristo. Porque el es nuestra paz.

        La tranquilidad de la vida, ocuparse de nuestros negocios, trabajar de la manera en que nuestros pastores nos enseñan, en amor fraternal nos favorece, porque es bendición que se traducen en acciones de buena conciencia, de corazón limpio, fe no fingida.

        Al contrario de la piedad y el contentamiento, está el envanecimiento, la envidia, los pleitos, las blasfemias, malas sospechas, disputas necias, corrupción de entendimiento, privación de la verdad, invocación a las estrellas, a los muertos, a los demonios, al horóscopo, las cartas, que en nada ayudan, pero como destruyen. Hombres que marchan en la vida contra el propósito de su existencia. Todos aquellos que siguen por este camino son atravesados de muchos dolores. No habéis oído “no tendrás dioses ajenos delante de mí.” [EXODO 20:3].

       Pues bien, la vida como jurisdicción temporal se redimensiona con Jesucristo nuestro Señor, “Yo soy la vida.” [SAN. JUAN 14:6] El hecho de que nuestra vida se engarce y se ancle en Cristo, nos proporciona refugio firme, y así cuando Cristo se manifieste, entonces seremos manifestados con Él, en tanto “la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que así mismo fuisteis llamados en un solo cuerpo.”[COLOSENES 3:15] Por esa razón, la temporalidad de la vida para la Iglesia de Cristo, su iglesia hermanos es, no una pesada lapida, tan solo repetitiva cada año, sino una porción rica de Dios que les permite concebir sus actos en el aquí y ahora con proyección hacia la eternidad, de tal manera que cada vivencia se explica en lo que San Pablo señala como de fe en fe, de poder en poder, de gloria en gloria, de esperanza en esperanza. Pues el tiempo, nuestro tiempo, la vida, nuestra vida no tiene pre-existencia, no empezó con nosotros, ya estaba, y seguirá, porque es creación de Dios, donde Dios mismo es soberano. Así entonces, nuestras vivencias, nuestros comienzos diarios orquestados en un conjunto de relaciones con papeles concretos de padres, hijos, hermanos…en desarrollo, no son eventuales, ni emergentes, más bien tienen un significado de reposo de Dios en Cristo, guardados por su puro poder, a fin de alcanzar la salvación preservada y manifestada en y con el Mesías.     

        De ahí la importancia de escuchar a Moisés, a los profetas y a nuestro Señor Jesucristo principalmente.

        Hoy es una oportunidad de reflexionar como “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anuncies las virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable, [1ª DE PEDRO 2:9] a quien bien hacemos si diligentemente le escuchamos.

        Como parte de su iglesia, caminar en la vida, implica seguir un rumbo fijo, donde se haga lo que se haga, debe hacerse como para el Señor y no como para los hombres, si entendemos que nadie vive para sí, sino para el otro, donde ese otro puede ser el Señor, quien manda amar al prójimo.

        Por otro lado, escuchar y obedecer el mandamiento evitará el temor por nuestros seres queridos, siempre y cuando se pida Dios por ellos. Dejarlos en sus manos implica bastante, no habrá necesidad de pedir que vengan de entre los muertos para convencerlos, sino que, Dios mismo los convencerá. 

        Pues para ellos también está la promesa de disfrutar y conocer la creación inmaculada en su forma original, que por el momento nos está vedada.   

Dios les bendiga.