El fenómeno "nini" analizado desde una perspectiva bíblica. Pbro. Miguel Fuentevilla Terán

09.02.2013 14:58

El fenómeno nini analizado desde una perspectiva bíblica.

Miguel Fuentevilla Terán

La primera Palabra de Dios dirigida al ser humano como su criatura es un imperativo cultural para explorar su creación pletórica de potencialidad, tanto en su estructura como en su dirección. [Génesis 1: 28, 29, 30] “Y los bendijo Dios y les dijo Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla que está sobre la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde sobre la tierra, en que hay vida les será para comer.”

      Obedecer el imperativo cultural divino implica cumplir con la responsabilidad delegada por Dios al ser humano en ese amplio abanico de posibilidades descritos en las diversas modalidades o aspectos de la experiencia aritmética, espacial, cinemática, física, biótica, sensitiva, lógica, histórica, lingual, social, económica, estética, ética, fídica que se encuentran refractadas en la realidad del mundo creado.

      Cumplir el imperativo divino con lleva el despliegue de aquellos talentos de la racionalidad, imaginación, sentimientos y actividades culturales con que hemos sido dotados por su Espíritu Santo para nuestra satisfacción y bendición, al mismo tiempo para gloria y alabanza de nuestro Creador.

      Por tanto, asumir un comportamiento que supone indiferencia al mandato cultural de Dios -como el fenómeno nini- representa descaminarse de su buena voluntad.

      Actualmente, un segmento de la sociedad, cuya característica esencial consiste en que ni estudian ni trabajan, generalmente subrayado en la población juvenil aparece como objeto de percepción por la conciencia del colectivo mexicano denominados ninis.

     Investigaciones sobre el tema señalan como algunas causas del fenómeno la exclusión social extrema acentuada por un mercado laboral deteriorado, o una escasa relación entre estudio y trabajo, el desempleo o la falta de espacios en la educación pública.

     Al aceptar estas causas como disparadores del fenómeno se accede también  a reconocer que las asignaciones de producción y distribución de bienes y servicios, la orientación de la acción social en materia económica por parte de las estructuras autoritativas no resuelven los problemas de la política social y económica, pues la falta de eficiencia del pleno empleo, la distribución más igualitaria en salarios justos o los planes de inversión privada, la administración de las diversas necesidades sociales persisten y se vuelven nuevamente materia de discusión, en tanto erosionan las soluciones planteadas en materia económica.

       Pues bien, desde esta perspectiva, la polarización social, el desempleo estructural reflejan falta de expectativas, incertidumbre, desanimo, o bien la ausencia de ilusiones, sobre todo en aquellos hombres o mujeres que sufren directamente la lastimosa crisis económica provocando un comportamiento nini.

Para avanzar una observación del fenómeno, es preciso puntualizar que los apremiantes  desequilibrios socio-económicos se encuentran en íntima relación con un desequilibrio fundamental cuyas raíces se encuentran incrustadas en el ser humano, habida cuenta que el ser humano es quien experimenta una lucha tensionada de sus múltiples limitaciones confrontada con su atracción hacia sus deseos ilimitados de donde dimanan tantas y graves contradicciones.

       Aun y cuando las ataduras económicas constituyan una razón del fenómeno nini,  a la luz de la biblia no es correcto desdoblar el comportamiento haciendo nada como señal de rechazo o resistencia, toda vez que el sistema social se encuentra estructurado ordenadamente al menos en la forma para producir y distribuir el mayor bien equilibrando la satisfacción eficazmente, toda vez que existen otros medios de pertenencia a los que se puede recurrir en  situaciones límite a fin de superar la impotencia, la necesidad o la escasez.

     Ahora bien, la Biblia como la Palabra de Dios establece el trabajo como una respuesta obediente al imperativo divino a fin de que el orden social mantenga su significado de existencia real creado como participante de una red divinamente ordenada de relaciones vitales, familiares, sociales, políticas, económicas, académicas, cúlticas, donde el trabajo constituye una de las principales ligas coyunturales que nos identifica como imagen de Dios, así las cosas, el hecho de que alguien quede sin hacer nada no solo le afecta a el sino a la totalidad del conjunto solidario orgánico y organizacional, toda vez que “ De mil maneras nos pertenecemos unos a otros. Porque el hombre no puede ser humano separado de los demás.1 Como criatura de Dios, el hombre humano y la mujer humana, con capacidad de goce y de ejercicio tienen un significado de siervos en el mundo de Dios, como dice el Salmista. “Todas ellas te sirven” [Salmo 119:19] incluyendo a los seres humanos y al desempeñar su trabajo desarrollan su rol de siervos, de administradores responsables para investigar, domesticar, cultivar, usar, impulsar, frenar, elaborar, construir siempre con tierno y amoroso cuidado, dice el Doctor Spykman, pues en ello está implícito nuestro ser y nuestro bienestar.

     Máxime que el quehacer humano no solo encuentra sentido en el orden temporal de nuestra realidad, sino que apunta a un significado más allá de sí mismo, hacia las moradas celestiales, en el contexto de las palabras de nuestro Señor Jesucristo “porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” [San Mateo 6:21]  Así que según San Pablo “…Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” [Colosenses 3:23] Por lo tanto, todo ejercicio sea de trabajo, en la gama de las diferentes avenidas de servicio, o del estudio debe apoyarse en el imperativo cultural divino, en tanto que es encomendado por el Creador.

       Luego, la responsabilidad es parte fundamental del ser humano, habida cuenta que somos criaturas responsivas ante aquellas autoridades terrenales que exigen en ciertas maneras el cumplimiento del servicio, aunque la responsabilidad última es con el Señor de Señores y Rey de Reyes.

      Por otro lado, el servicio en el tejido social de las relaciones humanas divinamente establecidas es esencial el ejercicio del oficio o del estudio.

La Palabra de Dios no permite daños a la sociedad, toda vez que es un contenedor a patrones de comportamiento desdoblados contrario sensu al imperativo cultural divino que honra la diversidad de dones y llamados distribuidos por el Espíritu Santo entre nosotros los seres humanos.

     Ante la cosmovisión bíblica no cabe la pasividad, la improductividad  es dañina, una comunidad que solape a sus miembros sin hacer nada forja su propio aniquilamiento, incluso al que no logró reproducir el talento recibido le será quitado según nuestro Señor Jesucristo: “…Quitadle, pues el talento, y dadlo al que tiene diez talentos porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” [San Mateo 25: 28,29]  Así que, si el comportamiento nini tiene que ver con la experiencia de un individuo con una situación límite como la impotencia, la necesidad o la escasez queda la inmensa posibilidad esperanzadora de Dios en Jesucristo como el mejor y único modo de potenciar por la gracia y virtud de su Espíritu Santo la construcción de un proyecto de vida donde los dones recibidos cubran las expectativas de bienestar personal y colectivo.

      Aún si el fenómeno nini tiene que ver con el desempleo formal, queda la alternativa del empleo informal. Está por demás citar testimonios de nuestros hermanos que ante situaciones de desempleo formal iniciaron por cuenta propia cualquier actividad mercantil, actualmente gozan de cabal salud económica, algunos de ellos hasta con capacidad de generar empleo.

       Así las cosas, la indisposición al trabajo o al estudio implica perder el tiempo y el tiempo como dice el Doctor Spykman “es una criatura hecha por Dios. Es una dimensión integral de toda la realidad.” 2  que marca el ritmo de la vida lineal, secuencial y teleológicamente con inicios diarios donde el conjunto de relaciones se orquestan en la vida de cada uno de nosotros como seres vivos. Por lo que el tiempo y el esfuerzo características conceptuales del trabajo para algunos investigadores sociales 3 equivale a la vida, por lo que “un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante y tu pobreza como hombre armado.” [Proverbios 6: 10,11] Debemos preguntarnos entonces ¿Cómo podemos emplear de la mejor manera nuestro tiempo y nuestro esfuerzo de manera tal que nos veamos involucrados en un proyecto de beneficio personal y familiar que redundará en el bien del colectivo?

      Es necesario considerar La Palabra de Dios como principio rector para tomar decisiones parciales o permanentes en la vida, pues su imperativo cultural precisa de su consejo para trabajar o estudiar en los términos de su santa voluntad   “Deléitate asimismo en Jehová y el te concederá las peticiones de tu corazón.” [Salmo 37:4]  

  1 .-  Spykman, Gordon, “Teología Reformacional, un nuevo paradigma para hacer la Dogmática”,   Grand Rapids, Michigan The Evangelical Legue, 1994, 275p.

2.-  Spykman, Gordon, “Teología Reformacional, un nuevo paradigma para hacer la Dogmática”,   Grand Rapids, Michigan The Evangelical Legue, 1994, 168 p.

3.-  Max, Weber, “Economía y Sociedad”, España, Fondo de Cultura Económica, 2ª reimpresión 2002. 88 p.