La depravación total del hombre y su inhabilidad de buscar a Dios (Pbro. Miguel Fuentevilla Terán)

09.02.2013 16:29

La depravación total del hombre y su inhabilidad de buscar a Dios (Pbro. Miguel Fuentevilla Terán)

Lectura bíblica: Romanos 7: 13-25

Texto clave:   “De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.” [Romanos 7: 17]

Objetivo: El presente estudio pretende describir la depravación total a partir de la incapacidad racional y de la voluntad para hacer el bien y buscar a Dios.

Introducción: Después de la caída, el pecado se ha enseñoreado del género humano,  “¿Debemos considerar ahora si, después de haber caído en este cautiverio, hemos perdido toda la libertad que teníamos, o si queda aún en nosotros algún indicio de la misma, y hasta donde alcanza?”1 Calvino responde, para alcanzar más fácilmente la verdad debe considerarse que si se priva al hombre de toda rectitud, este será indolente, y dirá para que esforzarse si nunca se podrá ser bueno. Por otro lado, si se le concede que por propios méritos puede alcanzar la gracia de Dios, al momento despoja a Dios de su propio honor y se inflama con vana confianza y temeridad. “Por tanto, para no caer en tales inconvenientes, hay que usar de tal moderación que el hombre, al enseñarle que no hay en él bien alguno y que está cercado por todas partes de miseria y necesidad, comprenda, sin embargo, que ha de tender al bien de que está privado y a la libertad de la que se halla despojado, y se despierte realmente de su torpeza más que si le hiciesen comprender que tenía la mayor virtud y poder para conseguirlo.” 2

     Corrupción de la inteligencia:

     Calvino señala que el entendimiento no carece absolutamente de inteligencia en relación a las cosas del mundo, advierte que es repugnante aún para la Palabra de Dios afirmar la ignorancia absoluta del hombre, pues el deseo o el gusto de investigar y conocer los principios, las causas y los elementos que interaccionan para originar, sostener e impulsar el universo social o físico requiere un método riguroso que aportan las ciencias como modelos más acabados de la razón humana, lo cual da cuenta de su capacidad y su inclinación al conocimiento. “Aunque este deseo, aun antes de comenzar a obrar, ya decae, pues luego da consigo en la vanidad. Porque el entendimiento humano, a causa de su rudeza, es incapaz de ir derecho en busca de la verdad, y anda vagando de un error a otro, como quien va a tientas en la oscuridad y a cada paso tropieza, hasta que desaparece aquella; así, él , al investigar la verdad deja ver cuánta es su ineptitud para lograrlo.” 3 El asunto es que la razón humana indaga en los principios establecidos por la propia razón, por eso existen tantas teorías explicativas de un mismo fenómeno físico o social; no se trata de refutarlas por inútiles, tampoco se pretende que las soluciones propuestas por las teorías pongan fin absolutamente un problema, también sería absurdo creer que un fenómeno pueda ser explicado desde una sola investigación o bien tenga una sola explicación, de hecho la realidad es dinámica, siempre desborda cualquier explicación que de ella se formule.

     Se encuentran registros al menos de tres mil años de conocimiento producido por la racionalidad humana y aún no se logra explicar absolutamente el origen, la unidad y el destino de la humanidad y del universo, no obstante son excelentes aproximaciones que dan cuenta del conocimiento teorético humano.

      El cuestionamiento de Calvino es en cuanto a la consideración de la inteligencia y de la ciencia como todopoderosas, a su autonomía de Dios, “Aunque este deseo, aun antes de comenzar a obrar, ya decae, pues luego da consigo en la vanidad. Porque el entendimiento humano, a causa de su rudeza, es incapaz de ir derecho en busca de la verdad, y anda vagando de un error a otro, como quien va a tientas en la oscuridad y a cada paso tropieza, así, él, al investigar la verdad deja ver cuánta es su ineptitud para lograrlo.” 4  Dice Calvino: “Tiene además otro defecto bien notable y consiste en que muchas veces no sabe determinar a que deba aplicarse. Y así con desenfrenada curiosidad se pone a buscar las cosas superfluas y sin valor alguno; y en cambio las importantes no las ve, o pasa por ellas despreciativamente. En verdad, raramente sucede que se aplique a conciencia. Y aunque todos los escritores paganos se quejan de este defecto, casi todos han caído en él. Por eso Salomón en su Eclesiastés, después de citar las cosas en que se ejercitan los hombres creyéndose muy sabios, concluye finalmente que todos ellos son frívolos y vanos.”5 Para ilustrar lo dicho por Calvino, obsérvese en el Banquete6 Alcibíades se desvive en honores a su maestro Sócrates por los muchos consejos recibidos sin que hasta sus últimos días de vida haya podido sujetarse a dichos consejos lo que le causó suma tristeza. Es aplaudir el “bien” en el otro y no poder hacerlo.

      El doctor H. Van Riessen señala: “todos los esfuerzos humanos han desembocado en una sorprendente inseguridad. El hombre se da cuenta de que los medios de su poder se le escapan de las manos y se vuelven contra la propia humanidad.” 7 La inteligencia humana ha luchado por tener dominio de la realidad, una intención o prerrogativa que le corresponde a Dios, en ese proceso ha perdido a Dios, queda alienado del mismo poder que había descubierto, no sabe que hacer con la respuesta, muchas guerras podrían haberse evitado.

      El ser humano no es tonto, sus esfuerzos no son tan vanos como para no disfrutar de las cosas terrenales y las cosas del cielo. Calvino llama cosas terrenales “a las que no se refieren a Dios, ni a su reino, ni a la verdadera justicia y bienaventuranza de la vida eterna, sino que están ligadas a la vida presente y en cierto modo quedan dentro de sus límites. Por cosas celestiales entiendo el puro conocimiento de Dios, la regla de la verdadera justicia y los misterios del reino celestial.”  8 Calvino clasifica en las cosas terrenas el gobierno del Estado, la dirección de la propia familia, las artes mecánicas y liberales y a las cosas celestiales, el conocimiento de Dios y a su divina voluntad, y la regla de conformar la vida a ellas.

     Ahora, el ser humano por causa de la caída no está capacitado para considerar a Dios como la piedra angular de su inteligencia, “nuestra razón está presa por tanto desvarío, y sujeta a tantos errores; encuentra tantos obstáculos y se ve en tanta perplejidad muchas veces, que está muy lejos de encontrarse capacitada para guiarnos por el debido camino” 9  La razón no tiene fuerzas para conducir al hombre por la vida “no somos aptos para pensar algo como de nosotros mismos.” 10 San Pablo escribe: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios.” [2ª Corintios 3:5] ¿Tan depravada está toda nuestra habilidad, sabiduría, inteligencia y solicitud, que no puede concebir ni pensar cosa alguna aceptable a Dios? Aún Calvino, acepta que la Depravación total como lo explica es excesivamente duro, pues a quien le va a gustar que le despojen del don de la inteligencia, sin embargo la Palabra de Dios dice “Jehová conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad” [Salmo 94:11] Y si Dios advierte: “Porque yo soy Jehová vuestro Dios, vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo.” [Levítico 11: 44] Y el hombre al mirarse a sí, lo que encuentra es vanidad, cautivo de las pasiones se pierde en el supuesto progreso proporcionado por sí mismo.

    Los creyentes en Cristo saben por experiencia propia de la batalla que se despliega en el campo de la subjetividad para no ser vencido de las tentaciones y mantenerse en oración constante a fin de solicitar el favor de Dios para agradarle a El, San Pablo lo dice “No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor.” [Colosenses 1:9-10] San Agustín señala que nuestro entendimiento estará cerrado si el Señor no lo abre.

     Corrupción de la voluntad:

     Hablar de la voluntad implica hablar del libre albedrío, Calvino dice que el deseo natural no es suficiente argumento para el libre albedrío, ya que si la razón sopesa los pros y contras para tomar una decisión, las bestias también al seguir su deseo natural buscan su propio provecho, por eso es necesario que se juzgue lo bueno y lo malo con rectitud de juicio que después de conocer sepa elegir, donde el deseo es una inclinación natural y el bien con lo que cada criatura natural apetece conforme a su estado de bienestar, “aunque el hombre apetezca el bien con todas sus fuerzas, nunca empero lo sigue. Como tampoco hay nadie que no desee la bienaventuranza, y, sin embargo, nadie aspira a ella si no le ayuda el Espíritu Santo.” […] “La voluntad del hombre está de tal manera corrompida y viciada, que no puede concebir sino lo malo.” 11         “De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.” [Romanos 7: 17] Así que el querer como el hacer es producido por Dios por su buena voluntad [Filipenses 2: 13] Por eso aun cuando los cristianos oran que Dios les ayude a cumplir su ley, ese deseo de solicitar proviene de Dios, San Agustín dice: “Dios te ha prevenido en todas las cosas; prevén tú alguna vez su ira. ¿De que manera? Confiesa que todas estas cosas las tienes de Dios, que todo cuanto de bueno tienes viene de Él, y todo el mal viene de ti. Y concluye él Nosotros no tenemos otra cosa sino el pecado.” 12  

    “Lo que es nacido de la carne, carne es” [San Juan 3:6] todo afecto de la carne es muerte “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.” [Romanos 8: 7,8] Al decir que la carne como el cuerpo inferior sea el que sufre la depravación total salva el alma como la parte superior que no peca, no es precisamente lo que se quiere decir pues la unidad del hombre implica cada componente de sí, por lo tanto la depravación es total abarcando cuerpo y alma.

     Todos los descendientes de Adán se encuentran en la misma situación, “No hay justo ni aún uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios…” [Romanos 3:10-18]

Conclusión: La depravación total muestra de modo radical y universal la equivocada dirección y orientación de la vida humana en relación a la Palabra de Dios, el ser humano, todo, se encuentra corrompido, lo que significa que posee imperfecciones en su razón, una voluntad deteriorada, de modo que aún el conocimiento de nosotros mismos se debe a la liberalidad de Dios que demuestra su buena voluntad para favorecer al género humano. A partir de ese conocimiento y a la luz de su Palabra se puede admirar de lejos al hombre y mujer en su estado original, al hacer un comparativo siempre habrá un lamento por el error de los primeros padres de la raza humana, con ello se le da la razón a Dios y se acepta la depravación total de la naturaleza humana.

     La dependencia del ser humano es absoluta, incluso el saberse humillado y avergonzado por la falta cometida a la Palabra y a Dios proviene de Él mismo lo que produce tristeza por la deformidad e ignorancia que produce arrepentimiento.

     La verdad de Dios es una prescripción normativa que le exige a su creación, al hombre y a la mujer como seres creados racionales poner toda su confianza en Dios para poder hacer o desarrollar los dones recibidos, privándonos de todo motivo y ocasión de vanagloria por causa de la depravación total. Por lo que se busca siempre en Él la respuesta. Salmo 36:9 Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz

          

Ejercicios:

1.- Cuáles son las características observadas de la depravación total en nuestra sociedad

 

2.- Consideras la depravación total una doctrina fenecida

 

3.- Los ritos de la religión podrán evitar la depravación total

 

4.- Cuenta tu testimonio

 

5.- Qué significado tiene Jesucristo para tu vida.

 

1.- Juan, Calvino, “Institución de la Religión Cristiana”, Buenos Aires- Grand Rapids, 1996 Nueva  creación, 171  p.

2 .- Ibidem, 171 p.

3 .- Ibidem, 183 p.

4.-  Juan, Calvino, “Institución de la Religión Cristiana”, Buenos Aires- Grand Rapids, 1996 Nueva  creación,  171  p.

5 .- Ibidem, 184, p

6.- Platón, “El banquete” México, Porrua, 2009, 533-535 p.

7.- H. Van, Riessen, “El Enfoque cristiano de la ciencia” Barcelona, Felire, 1990, 45 p.

8 .- Juan, Calvino, “Institución de la Religión Cristiana”, Buenos Aires- Grand Rapids, 1996 Nueva  creación,  184  p.

9.- Ibidem 193 p.

10.- Ibidem 193 p.

11.- Juan, Calvino, “Institución de la Religión Cristiana”, Buenos Aires- Grand Rapids, 1996 Nueva  creación,  184  p.

12.- San, Agustín, “Sermón 176”, Obras completas.