La harina de la tinaja no escaseará

19.02.2013 23:46

Las Sagradas Escrituras usando toda palabra humana van cultivando gradual y suavemente nuestro entendimiento hasta las alturas de los misterios divinos.  

      La vida, inteligencia, inmortalidad, poder, justicia, belleza, bondad como realidades esplendorosas en Dios, que San Agustín[1] reduce a una unidad que es su esencia <su sabiduría> aprendida por la razón humana, -regalo del Omipotente-, nos permite identificar las respuestas más apremiantes que satisfacen y completan nuestro humano conocimiento. Como lo refiere el salmista: < Hasta que entrando en el santuario de Dios comprendí… > [Salmo 73:17- 21]  

     Es por la comprensión de los misterios divinos que creemos, por eso creer es: <acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia> para aprender esa oculta y secreta sabiduría revelada a quienes Dios ha abierto los ojos, para que vean claro con su luz. De otro modo, no creer la verdad divina, ubica al ser humano en ese conjunto de personas a quienes nuestro Señor Jesucristo dice: <¿Por qué no entendéis mi lenguaje?> [San Juan 8:43] Más, para el fiel cristiano, Calvino señala: <Sabiendo, pues, nosotros por la fe, que todo el bien que necesitamos y de que carecemos en nosotros mismos se encuentra en Dios y en nuestro Señor Jesucristo>[2] nos permite aceptar con el salmista < mejor es tu misericordia que la vida> [Salmo 63:3]

     No entender el lenguaje divino implica decir; < no tengo […] nos dejemos morir…> [1 Reyes 17: 12] Quedarse en el plano horizontal de la vida y depender solo de la percepción de nuestros sentidos obtendremos:<un puñado de harina en la tinaja, un poco de aceite en una vasija, dos leños, mi hijo y yo > [1 Reyes 17:12] como el caso de la viuda de Sarepta, en el contexto temporal de tres años de sequía que desagarró aquella región en <el reinado de Acab, hijo de Omri sobre Israel el año treinta y ocho de Asa rey de Judá> [1 reyes 16:29], aproximadamente mil doscientos cuarenta y siete años antes de nuestro Señor Jesucristo.[3]

     Por su parte, siguiendo la lectura del libro de los Reyes;  el profeta, cultivado en la revelación divina, habla un lenguaje diferente < no tengas temor […] Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará ni el aceite de la vasija disminuirá hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la  tierra> [1 Reyes 17: 14] Profeta que había entrado en el santuario de Dios y que sabía que la escases y la falta de lluvia obedecía a una política social y religiosa injustificadamente ajena a los principios y ordenanzas de su Dios de parte de la autoridad de Israel. Pues <Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, […] tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal, rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal y lo adoró, edificó templo a Baal en Samaria, provocando la ira de Jehová Dios de Israel> [1 reyes 16:31,32]

     Ahora, comprender la revelación del mensaje divino presupone la capacidad  de recibir y apropiarse de tal revelación por parte del ser humano. En este caso del profeta. De lo contrario, la revelación sería totalmente extraña. Sin embargo, debe puntualizarse que en la revelación de Dios, está implícita la fe que nos permite entender el mensaje divino.[4] La fe indica de mejor manera la estrecha relación que hay entre el conocimiento divino y todos los otros conocimientos del hombre. Pero es por el Espíritu Santo que se obtiene la certidumbre absoluta respecto a la verdad de la revelación, como dice San Pablo < …hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo […] Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho […] a otro, fe por el mismo Espíritu…> [1ª corintios 12: 4-9] Por el Espíritu Santo que mostró a Elías profeta la razón de aquella gran hambre sobre la tierra, es el mismo Espíritu Santo que hizo que la viuda de Sarepta reconociera y hablara el mismo lenguaje de Elías <…Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca> [ 1 Reyes 17:24] Pues ese mismo Espíritu Santo opero en Juan el Bautista, precursor del Gran Salvador para predicar <Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado> [San Mateo 3:2] Y el mismo Señor Jesucristo lo ratificó <Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado> [San Mateo 4:17]

     Es el mismo Espíritu Santo quien muestra la adoración y el temor a Dios según la revelación mostrada a San Juan: < ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues solo tu eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado> [Apocalipsis 15:4]

     Por eso, en el plano de la horizontalidad, del cálculo y la técnica, la referencia que se necesita para vivir está en la Palabra de Dios, lo que se requiere es hacer nuestras las verdades reveladas; repensarlas hará fecunda nuestra inteligencia, nos privilegiará con el sello del Espíritu Santo que vigoriza nuestra oración e inflamará nuestra flaqueza camino a nuestra patria celestial.

      De ahí que a la Iglesia de Cristo, con su encomienda de profeta le es revelada por el Espíritu Santo todo cuanto necesita, y sabe que la harina de la tinaja no escaseará ni el aceite de la vasija disminuirá, en ese sentido, es llamada como la viuda de Sarepta; ­- bienaventurada-, de aquella mujer que vio la obra de Dios por tres años, y Dios le permitió creer lo que vio. Más en palabras de nuestro Señor Jesucristo < bienaventurados los que no vieron, y creyeron> [San Juan 20:29] Son palabras que rodean a los amadores del bien de luz y verdad, de aquella <luz como el sol cuando resplandece en su fuerza> [Apocalipsis 1: 16] y de aquella eterna verdad revelada < Escribe las cosas que han de ser> [Apocalipsis 1: 19]

     Es bueno quedarse en el plano horizontal de la vida y depender solo de la percepción de nuestros sentidos y tener:<un puñado de harina en la tinaja, un poco de aceite en una vasija, dos leños, mi hijo y yo > Mas la bendición de la fe añadida en la revelación divina comprendida y encarnada en nuestra vida que multiplica y consuela: <Estad quietos y conoced que Yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones> [Salmo 46:10] y de nuestro Bendito Señor <No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios> [San Juan 11: 40]

 

[1]  La obra para leer es de San Agustín, De trinitate.

[2]  Calvino, J., Institución de la Religión Cristiana, Buenos Aires- Grand Rapids, 1967, p.664

[3]  San Lucas 4: 25, nuestro Señor Jesucristo hizo referencia a la época de Elías diciendo < …y hubo una gran hambre en toda la tierra…>

[4]  Berkhof, L., Introducción a la teología sistemática, T. E. L. L. 1988.  E. La Fe, El Principium Internum adecuado, pp. 204-210